LAS DOCE TRIBUS:ESCLAVITUD,MALTRATO INFANTIL Y AISLAMIENTO

Fuente:Red une
30 agosto 2016
LAS DOCE TRIBUS:ESCLAVITUD,MALTRATO INFANTIL Y AISLAMIENTO

Si echas un vistazo a la página de la comunidad religiosa de las Doce Tribus, automáticamente entras en un mundo idílico donde se derrocha el amor por Dios y todos sus miembros viven en comunidad y aparente armonía. Reuniones en el campo alrededor de un fuego, melenudos tocando la guitarra, niños rubios, felices y místicos y una especie de furgoneta hippie desde la cual expanden su filosofía… “Trabajamos y vivimos juntos, como abejas en una colmena”, reza uno de sus eslóganes. “Visítanos o quédate para siempre”, ofrece otro. Lo cuenta Silvia Laboreo en Playground Magazine.

Visto así, podría parecer que nos encontramos ante un Campamento Krusty para religiosos donde la felicidad y la paz se pueden sentir en el ambiente. Pero nada más lejos de la realidad. O así lo indica una exclusiva que ha lanzado recientemente el Daily Beast en el que se demuestra que tras esta vida bucólica se encierra algo mucho menos inocente. Un entramado dedicado a anular a la persona que se basa en la esclavitud, el maltrato infantil y el lavado de cerebro.

Pese a que las sospechas sobre el oscuro mundo detrás de la aparente felicidad de las Doce Tribus vienen de lejos, el asunto ha explotado ahora. Y el responsable ha sido un ex miembro de la secta: Kayam Mathias tiene 22 años y hace 8 años que consiguió escapar de la comunidad. Sin embargo, las huellas que dejaron los años de maltrato y miedo aún no han desaparecido. El joven cuenta que él y otros niños de la comunidad eran maltratados por los adultos como método de disciplina. Mathias llegó a ser golpeado entre 20 y 30 veces al día durante todo el tiempo que estuvo dentro de la secta. Todos estos golpes se quedaron marcados en su memoria y, en junio de este año, decidió hacer algo al respecto.

En la página de Facebook de la Panadería Blue Blinds de Pymouth (Massachussets), un inocente negocio regentado por miembros de las Doce Tribus, recientemente comenzaron a aparecer unos misteriosos mensajes: “Hemos decidido utilizar nuestra página de Facebook como herramienta evangelizadora activa”, escribieron. A este mensaje le siguieron otros más —ahora eliminados— en el que se decían cosas como “Lo prometido es deuda, ¡vamos a hablar de los negros!” o “ Una de las preguntas más frecuentes que recibimos es…¿sois racistas? La respuesta es no. Pero sí creemos que la esclavitud es necesaria. Hay una diferencia”.

En un principio pensaron que todo era obra de un hacker. Hoy se sabe que el autor era Mathias, un joven que había puesto en marcha la página de Facebook hace años y que aún hoy seguía teniendo acceso a ella. Su objetivo era denunciar las prácticas de la secta. Por supuesto, los miembros de la secta negaron las declaraciones y remitieron a su página web, donde todos aquellos que quieran pueden conocer la verdadera forma de vida de esta comunidad.

¿Quiénes son?

La comunidad de las Doce Tribus fue fundada en 1972 por un hombre llamado Elbert “Gene” Spriggs y tiene su origen en Chattanooga, Tennessee. Su filosofía se basa en una mezcla entre fundamentalismo cristiano, movimientos de raíces hebreas y judaísmo mesiánico. Un batiburrillo místico que practican entre 3.000 y 4.000 personas repartidas por Estados Unidos, Argentina, Brasil, Canadá, Reino Unido, Alemania, Francia y Australia. En España su presencia se reduce a casas rurales en el País Vasco, donde viven unas 60 personas.

La gente que pertenece a las Doce Tribus basa su modelo de vida en el Levítico, uno de los libros del Antiguo Testamento. No ven la televisión, no escuchan la radio, ni leen los periódicos. Viven en comunidades auto gestionadas donde todos los miembros reciben lo que necesitan. En Estados Unidos, por ejemplo, regentan pequeños negocios como la panadería Blue Blinds, una cadena de restaurantes llamada The Yellow Deli y negocios relacionados con la construcción. Los niños reciben educación en casa, toda su filosofía encierra un culto al líder propio de la secta más destructiva, se producen tormentos psicológicos, maltrato infantil y las mujeres viven sometidas a los hombres.

Como declara un ex miembro de la secta al Daily Beast, “el grupo pasó de ser esta cosa hippie bastante guay en esta cosa jodida religiosa y basada en el culto al líder”. Una de las señas de identidad del grupo es la educación que imparten a sus miembros más jóvenes. “Creemos en el castigo corporal, y cumplimos con eso, pero no creemos en el abuso de menores por cualquier medio”, contó al Daily Beast Zahar, el empleado de la panadería. “Y creemos que muchos de los problemas que se ven en el mundo de hoy, probablemente se podría haber evitado si los niños entendieran las consecuencias de sus actos”.

En los documentos del grupo se justifica el castigo físico a los niños y se indica el uso de cañas de madera para el castigo y la formación. “La vara debe ser utilizado para corregir los malos pensamientos, palabras equivocadas y malas acciones” indica el Manual de Formación del Niño. “Entrene a su hijo a someterse voluntariamente a su disciplina. Si no imparte disciplina a su hijo, no van a entrar en el Reino de los Cielos “, resume. Además educan a los niños en casa, hecho que ha provocado varios conflictos judiciales entre los gobiernos y los miembros de la secta.

Su postura sobre la homosexualidad es difusa. Aunque no la aceptan, los miembros de las Doce Tribus dicen que no creen en la violencia y que las personas LGTBI serían bienvenidas en su casa. Por otra parte, las mujeres viven subyugadas a la autoridad masculina, tienen que vestir con decoro y no se les suele permitir pasear o hablar con otras mujeres. El acceso a la sanidad está muy restringido y los miembros de la secta solo van al médico en casos extremos, lo que provoca que, por ejemplo, muchos niños mueran durante el parto.

Finalmente, aquellos que deciden abandonar la secta tampoco lo tienen nada fácil. El proceso de asimilación es complicado y causa gran estrés psicológico. “He hablado con gente que la ha dejado y todos sufrimos cinco años dentro de un ciclo depresivo, de auto-odio, duda, desesperanza y, finalmente, aceptación y recuperación”, explica Mathias. “De una manera rara, yo estoy ahora en mi fase de aceptación”. Y acaba: “he puesto todo lo que me ocurrió por allí con la esperanza de que las personas se den cuenta de lo que está pasando, pero también como una forma de hablar de ello”.

 

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